A partir

Irene 28 Abr 2004 2 comentarios

Dentro de nuestro vocabulario de diseñadores está el muy usado Tomar partido.
Frente a cada trabajo existen infinitas posibilidades de resolución. Cada persona puede, por capacidad y conocimiento, aportar una batería más o menos amplia de respuestas posibles. Después de analizar y estudiar el caso, de empaparse del imaginario que se maneja en ese grupo, se debe decidir qué camino seguir, qué decir, a través de qué elementos, algunos fijos otros variables. Esta elección la llamamos toma de partido.

Muchas veces he escuchado estas palabras como excusa para defender una mala decisión. «Es mi partido», «lo hice a propósito», como si el hecho de definirse por una solución la hiciera automáticamente válida y por lo tanto fuera de toda discusión.
Quienes consideran este trabajo como un espacio de auto expresión quedan fuera de este debate porque no dejan lugar a discusión alguna.
Pero considerando nuestra labor como una herramienta para buscar respuestas para problemas específicos, no hay nada más apropiado que discutir sobre posibles soluciones y por supuesto estar abierto a cambiar de opinión.

Leyendo el weblog de Jaime, La decadencia del ingenio me encuentro con su post Tomar partido, brillante nota en la que habla de la estupidez de quien se encierra en una posición absoluta.

El cambiar de opinión puede ser una virtud, si es fruto de una escucha inteligente. No se puede construir comunicación sin diálogo.
Los diseñadores solemos quejarnos de la opinión de nuestro cliente. Nos parece absurda y caprichosa, pero muchas veces es nuestra actitud la que despierta posturas rígidas en el otro. Nos molesta que no nos escuchen como a semiodioses, pero muchas veces no sabemos defender nuestras decisiones.
Nuestro trabajo es fruto del diálogo. Sin escuchar no podemos conocer al otro y por lo tanto es imposible aprehender los elementos necesarios para construir.

Esto no quita que al momento de concretar acallemos otras voces para gritar con fuerza lo que resolvimos decir. Porque una vez se ha tomado partido hay que ser coherente, para que nuestra propuesta sea comprensible y poderosa. Finalmente, cada trabajo nos da la posibilidad de repensar y cambiar de opinión y por lo tanto, de crecer.

2 comentarios

  • Sudaca says:

    Dijo Aldo Rico: «La duda es la jactancia de los intelectuales». A partir de ése momento, sin considerarme un intelectual, me siento contento cada vez que dudo.

  • Angel says:

    «Prefiero cambiar a vivir equivocado»… esa es una de mis frases de cabecera. Adhiero, comparto y aplaudo las reflexiones aquí vertidas, desde mi lugar de Comunicador y escritor.

    Un cordial saludo